En el paraíso del pescaíto frito, Malabar apuesta en el Paseo Marítimo de Cádiz por hornear y por la cocina sana y asequible. Prometen combatir el frío del próximo invierno con ‘ollas grandes’ de lentejas, habichuelas y similares, de donde se sirven los comensales
Texto: Angeles Peiteado
La terraza Malabar es la primera incursión del arquitecto Israel Bueno y el ingeniero Carlos Pavón en el mundo de la hostelería, y empieza apostando por la diferencia: el 80% de las elaboraciones son al horno y en invierno se podrán degustar ‘ollas grandes’ al borde del mar.
El local está en un lugar privilegiado de la capital gaditana, en el Paseo Marítimo, y tiene una terraza que mira al mar. Antes estaba allí Urban Chic. Israel y Carlos vieron en este local y sus vistas al mar posibilidad de cumplir un sueño que perseguían desde hace años, una “ilusión de toda la vida”, indica el primero. Ambos son aficionados a la gastronomía, incluso tienen un grupo que se reúne una vez al mes para conocer sitios y probar platos nuevos.
“En un mes le dimos la vuelta a todo y abrimos”, explica Israel. La renovada decoración es obra suya, y en muchos de los elementos que ahora se pueden ver en el local, como el botellero o la barra, los han hecho con sus propias manos. El zigzagueante nuevo logotipo y el diseño gráfico es de la empresa Boox.
En la cocina está Javier Pajuelo, con 25 años de experiencia en Madrid. “Es amigo de la familia y nos lo hemos traído expresamente para que dirija el restaurante. Es una maravilla”, asegura Israel.
El propietario explica que se trata de una cocina “sin pretensiones, porque todo está inventado”, en la que no tiene lugar la freidora. Buscan platos sanos, por lo que se hierve y se hornea. El 80% de los platos se hacen al horno y no tienen aceites. Hasta las hamburguesas se hacen al horno. El menú está compuesto por elaboraciones hechas “con gusto, de calidad y muy sanas”, explica Israel. Entre los platos figuran recetas originales, como el lomo al chocolate, junto a una ensaladilla “a la antigua”, esto es, que se hace como se ha hecho en casa toda la vida y que se vende “como churros”.
Además, las raciones son económicas: el plato más caro cuesta siete euros. “A la gente le está encantando. La mayoría de los clientes es gente de Cádiz que prueba y repite”, asegura Israel.
Para invierno se han propuesto potenciar para la hora del almuerzo la ‘olla grande’ típica del norte: una olla central con un guiso del que se sirven los comensales. Atentos pues los incondicionales de las lentejas, las habichuelas o los garbanzos con langostinos.
Con el destierro de la freidora, Malabar se aleja de la tradicional oferta de la capital gaditana, donde reina el pescado frito, porque es algo que se come ya “en cualquier lado” y porque quiere ofrecer algo diferente. “No pretendemos inventar nada, pero henos viajado mucho y queremos ofrecer cosas que hemos visto y nos han encantado”.
La diferencia llega hasta el desayuno, que también incorpora alternativas sanas como el yogur natural con cereales o la fruta fresca con leche condenada.
Pese al poco tiempo que lleva abierto, desde el mes de julio, Malabar está participando en eventos de la ciudad como la proyección de documentales de Alcances, por lo que ha tenido una tapa dedicada al festival cinematográfico gaditano: pan de espinaca con una salsa de mariscos y queso, que junto a la cerveza costaba 3,90 euros.
La terraza Malabar está en la avenida Amílcar Barca número 43, en el local donde antes etaba el Urban Chic, y su teléfono de reserva es el 856073331. El establecimiento abrió el pasado 11 de julio y su horario va de 9 de la mañana a medianoche entre semana y hasta las 3 de la madrugada los fines de semana. Cierra los lunes.

En el local se puede desayunar con estupendas vistas a la playa. Foto: Cedida por el establecimiento